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Proyecto de investigación: El Museo del Pueblo y Las Misiones Pedagógicas bajo la 2ª Republica Española

En el año 1931, la Segunda República Español, recién nacida, se encontró frente a un problema de gran urgencia: el de la educación del pueblo español. Enfrentado con tasas de alfabetismo del 37% entre hombres y el 48% entre mujeres, el Estado puso en marcha su programa de Misiones Pedagógicas, cuya misión—conseguida a través del trabajo voluntariado de profesores, artistas, estudiantes, e intelectuales, muchos de la Generación del 27—era traer la cultura y los recursos educativos, hasta entonces reservados a la gente de los centros urbanos, a los pueblos y aldeas de toda España.[1] Por medio de exposiciones de arte, sesiones cinematográficas, música, teatro, emisiones de radio, bibliotecas y lecturas públicas, y cursos de formación, las Misiones servían para difundir y fomentar la cultura española y las innovaciones pedagógicas del momento. También tenían otra finalidad, la de educar al pueblo español en valores ciudadanos y reforzar entre ello la solidaridad cultural y nacional.

 

Las Misiones Pedagógicas, puestas en marcha en mayo de 1931 con la fundación por decreto estatal del Patronato de Misiones Pedagógicas, tienen sus verdaderas raíces en las últimas décadas del siglo XIX. En el año 1876, un grupo de catedráticos fundaron la Institución Libre de Enseñanza, y esta defensa de la libertad de cátedra se convirtió rápidamente en referente de progresismo educativo. Los hombres de la ILE propusieron crear unas “misiones ambulantes” primero en 1881, pero fue la monarquía española que, en sus últimos días, empezó a organizar en marzo de 1931 la primera misión pedagógica institucional. Después de las elecciones del mes siguiente, es la nueva República que por fin pone las Misiones Pedagógicas en marcha.[2]

 

El tema de las Misiones Pedagógicas me llamó la atención cuando surgió en mi clase de museología antropológica un componente especifico y fundamental de las Misiones, el llamado “Museo del Pueblo:” una colección ambulante de reproducciones de las grandes obras de la pintura española, muchos de cuyos originales se colgaban en el Museo del Prado. Estas reproducciones de cuadros de Goya, Velázquez, el Greco, y Murillo se llevaban en cajas de madera, por mula o camioneta, de pueblo en pueblo.[3] La llegada del museo fue un gran evento, anunciado mediante carteles y acompañado por un amplio programa de actividades. Los cuadros se colgaban en la escuela u otra sala amplia cuyas paredes habían sido cubiertas con sábanas; el espacio se decoraba con flores y un gramófono tocaba música clásica. Los voluntarios ofrecían visitas guiadas charlas al público, y a los niños les ofrecían lecturas especiales y materiales para que hicieran sus propias copias de los cuadros expuestos. La colección de reproducciones también se suplementó con proyecciones cinematográficas fijas de cuadros hechos por artistas extranjeros, de Miguel Ángel a Monet, de Vermeer a Van Gogh. El museo se marchó del pueblo después de aproximadamente una semana, y se dejó en su lugar una biblioteca de cien libros, el gramófono con una colección de discos, y una colección de fotos de las obras expuestas, para exponer en las escuelas y repartir entre los habitantes del pueblo.[4]

 

El trabajo de los autores de este proyecto fue difícil: tenían que contratar un equipo de pintores para crear las reproducciones, asegurar que estas obras transmitían el mensaje de los originales y que no eran sólo copias, y luego seleccionar los voluntarios que realmente iban a poner el Museo del Pueblo en marcha. Estos voluntarios tendrían que ser capaces de conectar con la gente mientras evitar, sobre todo, “la pedantería, la afectación y el paternalismo.”[5] A pesar del nombre que llevaban las Misiones Pedagógicas, Manuel Bartolomé Cossío—el presidente del Patronato de Misiones Pedagógicas y uno de los autores principales del Museo del Pueblo—no quería que el Museo tuviera “ningún carácter pedagógico,” ni que los misioneros “tuvieran nada de misión.”[6] A sus voluntarios les dijo: “Procuren ustedes no ofender a la gente. Les van a enseñar ustedes cosas, pero no vayan en plan de presumir de ellas.”[7] Lo que propone hacer Cossío parece paradoja—una misión pedagógica sin pedagogía, realizada por misioneros sin misión—pero parece que lo que realmente quería era que el Museo se llevara a cabo sin intención paternalista. El Museo del Pueblo no traería la “civilización” al pueblo primitivo, ni impartiría una sola manera de ver y apreciar el arte. Cossío así definió la verdadera finalidad del Museo y sus contenidos: “Quiero enseñárselos a las gentes que no los han visto nunca, porque también son suyos, pero en absoluto quiero darles ninguna lección, sólo quiero que sepan que existen y que, aunque estén encerrados en el Prado, son también suyos.”[8] Cossío y sus compañeros querían que el patrimonio artístico y cultural nacional, fuera propio del pueblo en nombre y en práctica, y que fuera accesible a todos a los que pertenecía. Deseaban que el Museo fuera simplemente, como dice Nigel Dennis, “una muestra de lo mejor del patrimonio artístico nacional, concebido no como un conjunto de bienes pertenecientes a un sector privilegiado de la sociedad, sino como legado cultural para todos.”[9]

 

Con la victoria de la coalición de derechas en las elecciones de 1933 y la llegada del Bienio Negro, Las Misiones Pedagógicas sufrieron un corte de presupuesto. Aunque poco a poco se ralentizaron sus actividades, Las Misiones sobrevivirían hasta octubre de 1936, cuando se realizó la última misión unos meses después del estallido de la Guerra Civil. Entre los misioneros, algunos murieron en la guerra, otros sufrieron depuraciones por su participación en el proyecto, y una gran parte se marcharon al exilio. Hoy en día se preservan algunas de las reproducciones que formaban parte del Museo del Pueblo, unos testimonios de los misioneros que lo pusieron en marcha, y una colección de fotos de las varias exposiciones del Museo. Estas fotos muestran, de forma auténtica y realmente impresionante, los primeros encuentros entre los habitantes rurales de España y las grandes obras del Prado, las que nunca habían visto antes y probablemente nunca habrían visto si no por el Museo del Pueblo, las que en el año 2017 se pueden visitar fácilmente. Fueron estas fotos que primero me atrajeron al tema. Como estudiante de historia, y ahora de museología, también me interesa mucho la idea del museo (y el arte que contiene) como algo que pertenece a todos, que puede unir a una nación y a una gente, que fomenta la solidaridad y el orgullo nacional, y que sirve como nivelador social. Aunque apenas se recuerda hoy en día, unos 80 años después, creo que el Museo del Pueblo logró tender un puente, mediante el arte, entre los españoles urbanos y rurales, ricos y pobres, alfabetizados y analfabetos, y formados y no formados.

 

Con estas ideas en mente, entrevisté a Modesto Miguel Rangel Mayoral, un profesor del Centro Universitario Santa Ana quien ha escrito las Misiones Pedagógicas y la Institución Libre de Enseñanza. A través de esa entrevista esperaba profundizar mi entendimiento de cómo el Museo del Pueblo y las Misiones Pedagógicas desarrollaron de las ideas de la ILE, y como ejemplificaban los ideales más grandes de la Segunda República. Profesor Mayoral, que también me recomendó un artículo (“Esbozo de una utopía” de Javier Gimeno Perelló) como buen resumen y profundización de los temas que surgieron en nuestra conversación, primero me dio un poco de contexto histórico en cuanto a esa primera cuestión.

 

En el momento en que nació la Institución Libre de Enseñanza a finales del siglo XIX, España se encontró, como me dijo Prof. Mayoral, en “uno de los periodos peores” de su historia. Mientras la época del gran imperio colonial español estaba llegando a su fin y la Iglesia Católica “intentaba de todas las formas posibles controlar el pueblo,” surgió en España una nueva corriente de pensamiento. Este nuevo movimiento intelectual, el regeneracionismo, proclamó la existencia de “dos Españas,” dos tendencias existentes y dos maneras de entender el mismo país que se habían enfrentado a lo largo de su historia y que seguían enfrentados: “la España católica frente a la España anticlerical o laicista; tradición frente a progreso; conservadurismo versus liberalismo; derecha e izquierda.”[10] La Institución Libre de Enseñanza nace de este ambiente regeneracionista como defensor de una educación laica y una catedra libre de la influencia de la Iglesia Católica, y de la difusión de innovaciones pedagógicas trasladas de otros países europeos. Servía como rechazo de la España decadente, católica, y conservadora, y pretendía facilitar la regeneración nacional mediante una nueva libertad de pensamiento. Las Misiones Pedagógicas son también un rechazo de la “vieja España” y de su pedagogía anticuada y autoritaria, centrada en el profesor y sin libre participación estudiantil. A toda España trajeron nuevos métodos pedagógicos más activos y centrados en el alumno, que reconocían su capacidad de pensar y formar opiniones propias. Las Misiones Pedagógicas, incluso el Museo del Pueblo, reafirman la posibilidad del nacimiento de una “nueva España” y libre ciudadanía a través de la difusión de cultura y conocimiento. De esta manera, las Misiones y el Museo del Pueblo se pueden ver como herederos de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza.

 

Entonces, ¿cómo ejemplifican ambos los ideales y objetivos de la Segunda República? Las Misiones Pedagógicas representan no solo el deseo de la República de acabar con el analfabetismo rural, sino también su creencia en el derecho al conocimiento, a la educación libre y laica, y a la cultura. Este último derecho a la cultura se ejemplifica por el Museo del Pueblo, por supuesto—el patrimonio artístico español pertenecía a todos los españoles, incluso a los que nunca podían visitar el Prado. La difusión igualitaria del conocimiento y la cultura era clave para el progreso nacional bajo la Segunda República. Incluso en plena guerra civil, mientras las “dos Españas” volvieron a enfrentarse, la República siguió difundiendo este mensaje a través de su propaganda. Con consignas como “el pueblo en defensa de la cultura” y “con libros y cultura derrotaremos al fascismo,” como dice Javier Gimeno Perelló, la República animaba “a los soldados y al pueblo a no dejar de leer y culturizarse como principal

arma contra el enemigo.”[11] A pesar de este esfuerzo, la República murió en 1939, y con ella murieron las Misiones Pedagógicas.  

 

En sus ocho años de vida, las Misiones Pedagógicas trajeron libros, teatro, música, cine, e innovaciones pedagógicas a las zonas más rurales y despreciadas de España, a las que nunca antes habían llegado. Afirmaron el derecho de todos españoles—hombres y mujeres, urbanos y rurales, ricos y pobres, formados y no formados—a la cultura y a todos los instrumentos de la educación. En estas Misiones siguieron vivos los ideales de la Institución Libre de Enseñanza y el movimiento regeneracionista, y la esperanza de una “nueva España” laica y progresista. Como componente de las Misiones Pedagógicas, el Museo del Pueblo hizo que la gran herencia artística española fuera accesible a todos los ciudadanos a los que pertenecía. Su memoria sigue viva en las fotografías de sus exposiciones, en los testimonios de sus participantes, y en las mentes de algunos.

Bibliografía

Azucena López Cobo, “Por caminos de piedra, charcos y olvido. Repertorios de la cultura universal: las Misiones Pedagógicas de la II República Española.” Pandora: revue d'etudes hispaniques, ISSN 1632-0514, Nº. 7, 2007, págs. 83-98.

 

Cosme Sánchez Alber, “Las Misiones Pedagógicas durante la II República Española: la transmisión de los legados culturales en los territorios fronterizos de la Pedagogía Social.” Artículo publicado en la Revista de Educación Social. Número 17, julio de 2013.

 

“Escuelas Viajeras – Misiones Pedagógicas.” http://www.escuelasviajeras.es/salas/?filtrar=Las+Misiones+Pedagógicas

 

Eva Díaz Pérez, “Misiones Pedagógicas, la verdadera revolución de la II República.” Andalucía en la historia, ISSN 1695-1956, Nº. 18, 2007, pág. 66.

 

“Exposición: Las Misiones Pedagógicas, 1931-1936.” http://www.residencia.csic.es/misiones/exposicion/inicio.htm

 

Javier Gimeno Perelló, “Esbozo de una utopía: las Misiones Pedagógicas de la II República española (1931-1939).” Artículo publicado en Revista F@ro, revista teórica de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha, e-ISSN 0718-4018, Nº 13, 2011.

 

‘Las Misiones Pedagógicas en Marbella, el “Museo del Pueblo.” http://www.marbella.es/archivo/noticias/contenido/1005/las-misiones-pedagogicas-en-marbella-el-museo-del-pueblo.html

 

Mariano Boza Puerta y Miguel Ángel Sánchez Herrador, “Las bibliotecas en las misiones pedagógicas.” Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios, 2004.

 

Nigel Dennis, “Ramón Gaya y el Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas,” Escritura e imagen (revista académica de la Universidad Complutense de Madrid) 7, 2011.

 

Urtaza, Enrique Otero. Las Misiones Pedagógicas, 1931-1936. Madrid: Residencia De Estudiantes, 2006.

 

[1] Azucena López Cobo, “Por caminos de piedra, charcos y olvido. Repertorios de la cultura universal: las Misiones Pedagógicas de la II República Española.” Pandora: revue d'etudes hispaniques, ISSN 1632-0514, Nº. 7, 2007, p. 84.

[2] Azucena López Cobo, “Por caminos de piedra, charcos y olvido. Repertorios de la cultura universal: las Misiones Pedagógicas de la II República Española.” Pandora: revue d'etudes hispaniques, ISSN 1632-0514, Nº. 7, 2007.

[3] Ibid., p. 93.

[4] ‘Las Misiones Pedagógicas en Marbella, el “Museo del Pueblo.” http://www.marbella.es/archivo/noticias/contenido/1005/las-misiones-pedagogicas-en-marbella-el-museo-del-pueblo.html

[5] Nigel Dennis, “Ramón Gaya y el Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas,” Escritura e imagen (revista académica de la Universidad Complutense de Madrid) 7, 2011, p. 19.

[6] Ibid., p. 20.

[7] Ibid., pp. 20-21.

[8] Azucena López Cobo, “Por caminos de piedra, charcos y olvido. Repertorios de la cultura universal: las Misiones Pedagógicas de la II República Española.” Pandora: revue d'etudes hispaniques, ISSN 1632-0514, Nº. 7, 2007, p. 94.

[9] Nigel Dennis, “Ramón Gaya y el Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas,” Escritura e imagen (revista académica de la Universidad Complutense de Madrid) 7, 2011, pp. 17-18.

[10] Javier Gimeno Perelló, “Esbozo de una utopía: las Misiones Pedagógicas de la II República española (1931 1939).” Artículo publicado en Revista F@ro, revista teórica de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha, e-ISSN 0718-4018, Nº 13, 2011.

[11] Javier Gimeno Perelló, “Esbozo de una utopía: las Misiones Pedagógicas de la II República española (1931 1939).” Artículo publicado en Revista F@ro, revista teórica de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha, e-ISSN 0718-4018, Nº 13, 2011.

Una exposición del Museo del Pueblo en Marbella, Andalucía, 1934.

Algunas visitantes admiran "Los fusilamientos" de Goya. 

Un cartel anuncia la llegada del Museo del Pueblo.

Una exposición típica del Museo del Pueblo.

Ramón Gaya, pintor y participante en los Misiones Pedagógicas, enseña a unos visitantes los cuadros del Museo del Pueblo.

Un grupo de niños hace sus propias reproducciones de los cuadros del Museo del Pueblo. 

Un grupo de niñas admira uno de los pequeños grabados de la colección del Museo del Pueblo.

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